El blog

Dicen que ser escritor es poseer un alma atormentada e incomprendida, que no haya su lugar en el mundo y cuyas letras demuestran la tristeza, quizá no esté tan desencaminados. Bievenidos a mi pequeño rincón.


martes, 12 de septiembre de 2017

27/09/2017

Aún no queriendo tener expectativas ni esperar nada, creo que lo sigo haciendo, al menos de forma inconsciente,  ya que no digo ni pienso directamente "quiere esto", pero la sensación que aparece es como si lo hubiera hecho. Por ello, se que mi mente lo hace, de fondo, como cuando tienes la radio puesta y no le prestas atención, pero está ahí. Después aparece la decepción y esa continua tristeza de fondo, como la niebla en invierno y me pierdo. Esa mezcla de no querer sentir esa tristeza y aún así querer desear el objeto de su presencia, de grandes contradicciones está hecho el hombre. Querer, desear, anherla y aún así no poder

domingo, 14 de junio de 2015

Recomendación: Sttorybox


 Dentro del vasto mundo que es internet encontramos un sin número de páginas dedicadas a escritores, desde el gran mundo de los fanfics hasta las novelas más originales que uno pueda leer. Al haber un número tan grande de web podemos sentirnos abrumados a la hora de escoger, en cual escribir. Basándome totalmente en mi experiencia os recomiendo Sttorybox

A diferencia de otras webs donde podemos escribir y publicar, Sttorybox nos ofrece un nuevo mecanismo, desde la primera publicación podremos saber sí nuestra historia tiene una buena acogida ¿Cómo funciona? Es realmente simple, a la hora de publicar lo haremos en cajas, la primera cuenta con 1111 caracteres (tranquilos el resto tiene unos 9999), una vez que tu historia haya recibido tres me gusta, podrás continuarla sin problema. 

Con esta forma uno podrá saber cuanto gusta su historia, porque seamos sinceros, es más fácil dar me gusta que escribir un comentario.

Espero que disfrutéis de la experiencia que Sttorybox os ofrece.

martes, 12 de mayo de 2015

El ladrón


     Harto, hastiado y cansado, así era como se sentía, que sí llevar esto a menganito, que sí regresar aquello, trasladar este ganado, conducir a las almas y bla, bla, bla…¿Es qué nadie pensaba en él? ¿En lo que se sentía? ¡No era un cartero de tres al cuarto! ¡No era un maldito billete al más allá! ¡Y no era un vulgar ladrón! ¿Por qué lo trataban como si su rango fuera inferior? ¡Había inventando la lira! ¡Li-ra! Si no hubiera sido por él, su hermano no tendría música con la que deleitar, pero claro, él era el niño bonito al que todos adoraban ¡Ni que brillara como el sol! Suspiró irritado mientras escuchaba algunas plegarias en su honor, los mortales siempre estaban igual, queremos esto, lo otro y aquello también ¿Por qué no hacían nada por sí mismos? Necesitaban ayuda para todo ¿Me caso con el príncipe o con el hijo del herrero? ¿Tendré un hijo varón? Y más y más preguntas inútiles y sin sentido, de verdad que estaba cansado y aburrido, quería hacer algo emocionante, tener aventuras y no dedicarse a ayudar a simples ladrones, valía más que eso.
Cerró los ojos mientras se recostaba en el diván, alargó su mano derecha hacia la mesita que estaba a su lado, tomó el racimo de uvas y empezó a comer una a una, no tenía pensado moverse de allí en todo el día, ya podría acontecer otra guerra de Troya, como mínimo, para que se levantara de allí. Iris podía encargarse de enviar los mensajes a los dioses y Pan, su bien amado hijo, de trasladar el rebaño. Él descansaría e intentaría relajarse, algo que no hacía en bastante tiempo, pues siempre había algo que hacer, sobre todo para un dios con sus atributos ¿Quién le mandaría a él ser el heraldo divino? ¿Quién le mandaría ser el billete al Inframundo? ¡Con lo feliz que era representando la elocuencia! Ah, suspiró mientras el dulzor de la uva invadía su boca, los pequeños placeres de la vida, no había que sobrevalorarlos.
- Tanto suspiro va hacer que pensemos que padeces mal de amores, sobrino - la figura de un hombre había aparecido en el salón, este poseía una magnética mirada azul oscura, su piel estaba bronceada y su pelo, poseía un azul más claro - ¿No deberías estar trabajando?
- No estoy de humor para acertijos, tío - dijo sarcástico y con ironía, lo último que quería era tener que escuchar las tonterías que el otro dios decía, no no, el no tenía mal de amores, simplemente esta frustrado con su propia divinidad, eran dos cosas distintas.
- Eso dices, pero los dos os quejáis de Apolo, es curioso, viendo que ambos representáis la elocuencia y el buen discurso ¿No crees? - el hombre sonrió de medio lado, le gustaba pinchar a su sobrino, era uno de sus favoritos y a sus favoritos les molestaba por deporte - por cierto, ha ganado su última batalla contra Ares, con un cambio de estrategia que nos ha sorprendido a todos ¿Qué crees que le ha hecha cambiar Hermes? - el susodicho abrió los ojos y miró a su tío, sus palabras habían conseguido agitarle, aunque no lo demostraba externamente. Era cierto, Atenea había logrado otra victoria para los atenienses pero el modo de ganar, era algo que le preocupaba, su última estrategia no demostraba la fría lógica con la que ella actuaba. Él la había visto desesperada frente al tablero que usaba para diseñar sus batallas, la había tapado con un manta cuando esta se había dormido, provocado por una coalición Ares-Hebe-Hypnos, preocupados por la diosa que llevaba tiempo sin descansar.
- ¿Y sí ella no nos sorprende, quién lo hará? - se sentó en el diván dejando las uvas en el plato - es Atenea, la sapientísima, la que inspira filósofos, la señora de la guerra. Tú te enfrentaste a ella por Ática, deberías saberlo tío - esta vez fue él quien sonrió al ver la expresión de su tío. Hermes no sólo era un ladrón, él estaba versado en el discurso y la dialéctica, era él quien entablaba largos y ardientes debates con Atenea, ganarle a él en el habla era difícil y su tío acaba de encontrarse con la horma de sus sandalia.
Cuando no recibió respuesta alguna, se levantó y con paso tranquilo salió del salón. Se atusó los cabellos castaños mientras sonreía ¡Qué bien le sentaba ganar! Y dejar con la palabra en la boca a cualquiera, una risilla salió de sus labios, ya se encontraba de mejor humor, aunque eso no iba impedir que siguiera despotricando de su hermano Apolo, esta vez debatiría sobre él con su hermana. La próxima vez que Poseidón se quisiera meter con él, lo pensaría dos veces, porque él era Hermes, el orador.

sábado, 18 de abril de 2015

Sttorybox


 No se si alguno de vosotr@s conoce la web http://www.sttorybox.com/stories 
se trata de una web para escritores con una curiosa estructura. Al crear una historia, te dan una caja con 800 caracteres aprox, y únicamente puedes continuar sí recibes 3 me gustas, de otros usuarios de la página. Es una forma de saber sí lo que escribes le gusta a la gente, además de una forma muy directa.
Os dejo el link a mi perfil: 

http://www.sttorybox.com/users/writerofdreams

Y el link a la historia que tengo en el concurso, sí le leéis y os gusta, os ruego que os registréis y le deis me gusta, ya que el concurso funciona a base de me gustas

http://www.sttorybox.com/stories/1451-la-caida-del-panteon

lunes, 19 de enero de 2015

La estrategia


Apoyó la cabeza en sus manos mientras suspiraba con desanimo, ya había perdido la noción de tiempo, ni recordaba cuanto llevaba ahí sentada, mirando el tablero de ajedrez, esperando, como sí las piezas fueran a cobrar vida mágicamente y empezar a pelear entre sí...No estaría mal, le daría un poco de emoción al juego, la teatralidad no era mala, el drama, la comedia, el perfecto don de la interpretación o eso, decía su hermano. Él lo tenía fácil, sólo debía tocar la lira, inspirar a los poetas, guiar las interpretaciones teatrales, sí, era verdad que de vez en cuando decía alguna profecía o debía ir de aquí para allá curando, pero tampoco era para tanto, no es como si de él dependiera toda una guerra ¡Ja! No, era de ella de quien dependía la guerra, de ella y su cabeza. Se masajeo las sienes con irritación, estaba cansada, no se le ocurría nada, ninguna estrategia surgía en su mente ¿Y cómo iba a hacerlo? El enemigo había demostrado ser formidable, la astucia de su general le recordaba a Odiseo… ¡Oh Odiseo! Su favorito, aquel que poseía la mente más rápida ¿Qué diría ahora sí la viera? ¡Ella! ¡La grande! ¡La señora de la guerra! “¡Oh creatividad! ¿Por qué me abandonas a mi suerte?” Suerte, la suerte no era un factor determinante en las guerras, la suerte no ganaba batallas, no salvaba vidas, la suerte era superflua, algo meramente decorativo pero ¿Qué otra cosa explicaba tales hazañas? Nunca hubiera pensado, nunca hubiera creído que detrás de ese carácter violente y bruto, se escondería una mente brillante ¡Quién lo hubiera imaginado! ¡Ni Sibil vaticinaría algo así! Revolvió sus cabellos castaños, desordenando sus ya de por sí desordenadas ondas, quería descansar, cerrar los ojos y dejar que Morfeo le otorgara dulces sueños, ya hacía días que esquivaba sus visitas, hasta Hipnos había ido a verla, preocupada por su falta de sueño, pero tampoco había logrado convencer a la testaruda mujer. Dirigió su mirada a la copa llena de Ambrosía, la recordaba vacía, tal vez Hebe se la había llenado y ni cuenta se había dado. La cogió con la mano, llevando el fino cristal a sus labios, el dulzor del líquido saturó sus sentidos, no pudo evitar cerrar sus ojos ante tanta exquisitez, no había palabras suficientes para describir el sabor de la Ambrosía, tampoco para definir lo que provocaba. Un sopor la invadió, lo copa se cayó, rompiéndose en mil pedazos, el mármol se vio manchando por el color de la bebida así como, los cristales esparcidos por todo el lugar. Entrecerró los ojos, las figuras de ajedrez tomaron vida, pues se estaban moviendo sin ton ni son, al igual que el tablero, lo veía cada vez más cerca, hasta que ya no vio nada, todo estaba negro. La cabeza de la mujer había caído sobre sus brazos, evitando que se diera un duro golpe contra la mesa de piedra, hubiera dolido de habérselo dado. Su respiración se volvió más lenta, acompasada y su rostro mostró serenidad, una que hacía tiempo que no sentía, estaba dormida y no fue Morfeo o Hipnos quien la esperaba en el mundo onírico, sino otra figura que conocía bien. Un hombre moreno, con el cabello rizado y negro, una pequeña barba, seguramente de unos tres días no más, no llevaba la lanza ni el escudo, es más, iba desarmado, a primera vista, cosa rara en él. Ella frunció ligeramente el cejo, no esperaba verlo allí, no esperaba verlo en ningún lado más que en el campo de batalla, le estaba dando muchos quebraderos de cabeza. Desconocía aquella faceta suya, realmente… ¿Qué conocía de él? Nunca se había parada a tener un conversación con él…una donde no hubiera insultos y acabaran los dos peleando, no podían evitarlo, o eso creía. Miró a su alrededor, estaban en jardín encantador, había algunas columnas rotas aquí y allá, al igual que unas cuantas ninfas, ninguna osó acercarse, sabían quiénes eran y sabían de lo que eran capaces.
- ¿No crees que deberías dormir? A este paso dejarán de llamarte sapientísima, para llamarte tontísima, no eres infalible sino descansas, así no serás nada útil en la batalla y todo será aburrido -  se sentó en el césped y se estiró, no estaba allí para pelear con ella
- Me has sorprendido con tus tácticas, eso es todo… - murmuró la mujer con leve rubor en sus mejillas, al ver que él otro se sentaba, tomó asiento, aunque un poco alejada de él
- Todos tenemos nuestros trucos y no todo es blanco ni negro, no sólo soy un bruto que lucha sin ton ni son ¿Sabes? También tengo cabeza ¿Por qué no pruebas algo diferente? Como yo he hecho para dormirte, una estratagema – dicho esto se acercó a ella, depositando un beso en su sien y desapareciendo.
La mujer despertó ¿Cuánto había pasado desde que se había quedado dormida? Se fijó en las piezas de ajedrez, las negras, su rival, estaban pulverizadas, se levantó a toda prisa, cayendo de sus hombros la manta que la estaba tapando, no se había dado cuenta. Sólo una palabra llegó a su mente, un nombre…
Ares
                  

viernes, 26 de septiembre de 2014


Sí las palabras fueran viento
y yo pudiera controlar el viento
te diría todos los días esto que siento

Extraño tu voz cuando no estas,
tus ojos verdes, 
tu sonrisa
tu alegría

Alegras mis mañanas aburridas pues
eres la razón de mi despertar
Todo brilla a tu lado

martes, 2 de septiembre de 2014


Líneas invisibles
Líneas imaginarias
Líneas que no están
Líneas que se desdibujan

Aire que respiras
Aire que te falta
Aire que no hay

Luz que se apaga
Luz que desaparece
Efímera luz

Tiempo que se escapa
 Irrecuperable tiempo

No busques donde ya no hay nada